jueves, 11 de julio de 2013

El impacto de la cibercultura en México, en la economía, globalización, política informacional, pobreza y exclusión social.


La propuesta particular del este texto será el movimiento de exploración construcción de la cibercultura desde el punto de vista de la Sistémica. Es decir, de todos los ámbitos posibles de configuración de la cibercultura, es el de la teoría de sistemas, el enfoque sistémico, la epistemología sistémica, el que será presentado con un pequeño apunte. Pero antes de esta situación es necesario otro movimiento antecedente. En el punto anterior hemos mencionado que son dos los polos del gradiente del espacio conceptual de la cibercultura, uno hacia la simple imagen de las computadoras y su campo de conocimiento y acción, y otro hacia el desarrollo conceptual más complejo y completo posible, sintetizando diversos elementos de configuración conceptual con lo mejor del pensamiento contemporáneo. Bueno, en este segundo bloque de lo que se trata es de delinear un escenario de la cibercultura que cubre todo el espacio conceptual mencionado, para después movernos sobre el polo más conceptual desde la perspectiva sistémica.
La primera necesidad es la del reconocimiento de lo que el mundo actual está cambiando. La conexión global avanza, y lo hace en una retícula impresionante. Lo que antes sólo podía suceder con un gran gasto material y energético, con viajes, movimientos de estudio, ahora está al alcance de un clic del ratón de una computadora conectada a la red global de internet. Y por otra parte, lo que antes suponía el empleo de muchas horas de trabajo y esfuerzo, ahora se verifica en minutos o segundos en una máquina computadora portátil. Estas dos imágenes están revolucionando nuestra forma de percibir, de actuar, y sobre todo de configurar expectativas. La tecnología en el pasado se desarrolló en los espacios de la reproducción material, de la economía, o así parecía. También el punto de vista político tuvo su momento y desde ahí logramos entender lo que había pasado el mundo y lo que pasaría en el futuro. Desde estos dos sistemas autónomos de percepción, de construcción social de sentido, fenómenos tecnológicos como la agricultura, la lengua, el libro, la electricidad, fueron percibidos y comprendidos. Pero la situación cambia cuando es la cultura la que organiza la cohesión del sentido del cambio histórico.
El movimiento de la cultura como sistema autónomo de percepción y conocimiento ha sido paulatino. Su emergencia se ha supeditado por mucho tiempo a otros campos de organización de sentido, y en nuestra historia reciente pasó de un ámbito especializado y elitista, el de las bellas artes, a un campo general de visiones y prospectivas, el de la vida social como mundo simbólico. Pero aún así siguió siendo durante el siglo veinte sólo un campo permitido y legal de comprensión, pero no de organización global. La pregunta aquí es sobre la posibilidad de que eso suceda y cuáles serían sus consecuencias, qué tipo de sociedad emergería, que tipo de actores individuales serían los que poblarían esa sociedad, cómo sería percibido y comprendido el mundo desde ese articulador de mundo.
Todas estas ideas son parte de una perspectiva que podría ubicarse en el espacio conceptual de una historia social de las mentalidades, una antropología de la cultura, un enfoque de ecología cultural. Y el tiempo-espacio de composición y organización de nuestro mundo se ordena en forma distinta en la proporción en que nos sumergimos en estas perspectivas para entender y conocer nuestro cosmos humano-social. Esto supone que hay mucho que hacer sobre la reconstrucción de estas líneas de pensamiento y percepción. Vamos a aprender mucho al estudiar y explicitar estos distintos puntos de vista que comparten la mirada hacia el mundo desde un lugar donde la llamada subjetividad tiene una importancia constructiva central. Pero hay más.
Cómo perciben al mundo actual estas diversas perspectivas que tienen un énfasis marcado en la construcción del cosmos humano en algo así como una mente ecológica. Esta es una buena pregunta. La ecología cultural con su poder explicativo ha mirado a la tecnología como un eje básico de la vida social, qué puede decir ahora frente a la revolución tecnológica de las máquinas de información y comunicación. Qué entenderá la historia de las mentalidades de la mente ecológica que la trama virtual de multitudes en internet. Cómo expresará lo que sucede en una comunidad virtual el discurso antropológico de las diversas corrientes que lo componen. Y esto es sólo el principio. Los fenómenos sociales del mundo de la electricidad unido al mundo de la informática y la telemática afectan globalmente a toda la raza humana, la conectan en forma inédita y a una velocidad incomprensible. Hay un nuevo todo que se está estructurando con nuevas instalaciones, que se está imbricando con las anteriores, en un efecto de interrelación que los discursos disponibles sólo pueden responder con admiración optimista o con paranoia pesimista. Y este es el asunto en este apartado.
Desde los años sesenta se presenta un fenómeno en la comunidad académica y su espacio social de influencia, que se denomina hoy bajo el título general de Ciencia, Tecnología y Sociedad. La visión del tiempo y el espacio es la marca de nuestra epistemología, filosofía, mitología, a través de la historia. En el mundo moderno se dio un fenómeno extraordinario, del cual aún estamos recibiendo el impacto, una fascinación por el futuro. En los Estados Unidos se vivió un fenómeno peculiar después de la segunda guerra mundial, hubo una unión social de acción y sentido alrededor de la idea de progreso, la construcción optimista del futuro, colectiva, para todos. Y funcionó. Lo que sucedió una generación después es un asunto para estudiar con mucha calma, empezó la crítica del progreso, proveniente del mismo ámbito exitoso. La crítica fue radical al principio, después menos dura, y hoy es un frente de trabajo-estudio sobre lo que promovió el progreso antes que cualquier otra función social, la ciencia y la tecnología.
Lo que posibilita este frente de estudio es la conexión entre ámbitos que se movieron casi por separado en el mundo académico durante el siglo veinte, las tradicionales humanidades y las emergentes ciencia y tecnología. Sobre esta historia particular también hay mucho que mirar y reconocer. Lo que sucedió en ese frente, a veces incluso conflictivo, está detrás de mucho de lo hoy pasa en los diversos medios donde se está construyendo el futuro del mundo. Y en esta dirección la integración de estos diversos ámbitos de representación y sentido de lo humano y lo social es una de las claves para alguno de los futuros posibles mejor organizados. La cibercultura es un espacio conceptual que emerge en este escenario, y que puede ser uno de los nodos que aten las diversidades y las separaciones, un puente de contacto, un canal de comunicación, un constructo básico de interrelación de campos plurales.
El espacio conceptual de Ciencia, Tecnología y Sociedad, lo primero que ensaya es la reconciliación entre los tecno fóbicos y los tecno fálicos. Esto representa un esfuerzo por ir más allá de los enfoques que amplifican las ventajas y los males que la tecnología trae consigo. Esta discusión se ha dado en principio dentro de un ámbito discursivo que opone ecología y economía, que ha resultado en el acuerdo que lleva el nombre de desarrollo sostenible. Estamos hablando de una ciencia y una tecnología que pueden denominarse sucias. Pero el asunto cambia cuando las tecnologías a las que hacemos referencias son las tecnologías limpias, donde se ubican en buena parte las TICS, las tecnologías de información y comunicación, las que marcan uno de los polos del concepto de cibercultura. De lo que se trataría sería de aprovechar los cuarenta años de discusión y profundización sobre las relaciones entre tecnología, ciencia y sociedad, para ubicar en ese marco la propuesta de un concepto de cibercultura cargado de elementos de composición compleja como la cibernética de segundo orden, la organización sistémica, la autopoiesis, la reflexividad, la inteligencia e información distribuidas, la comunicación y la configuración cognitiva de la percepción, entre otros componentes.
La cibercultura puede ser una noción que integre, que coordine, que permita la colaboración entre espacios conceptuales diversos y distintos. Al tener simbólicamente la carga del concepto cultura, y toda su tradición humanística, y el concepto cibernética, con toda su emergencia tecnológica-científica, el resultado pude ser el puente que necesitamos apuntalar entre el pasado y el futuro, para mejor transitar el mundo contemporáneo hacia escenarios y mundos posible mejores, más bellos, más eficientes, más coherentes, más armónicos, más justos y equilibrados, y al mismo tiempo con configuraciones que abran más posibilidades, que permitan mayor complejidad sistémica, más economía energética, mejor reorganización inteligente, mayor conectividad y vinculación comunicativa.